miércoles, 18 de abril de 2018

RADIOHEAD EN LIMA (17-4-2018): ANDROIDES PARANOIDES



Los cálculos de las primeras crónicas publicadas esta mañana consignan la presencia aproximada, anoche en el Estadio Nacional, de más de 30 mil personas. Esto convierte al concierto de Radiohead en el más concurrido de lo que va del año, dejando atrás a pesos pesados como Depeche Mode y Phil Collins, y a estrellas vigentes del pop-rock como Katy Perry o The Killers. Aun cuando el coloso futbolero -La Casa de la Selección, como le decía el fallecido y recordado Daniel Peredo- lució varios puntos vacíos, la entrega del público dejó evidencia de que, a pesar del imperio mediático de la cumbia, la bachata y el reggaetón de estercolero, hay audiencias suficientes para aquellas bandas consideradas poco convencionales pero de enorme trayectoria e importancia global. Por otro lado, los vacíos se notaban especialmente en la segunda mitad del campo y en las tribunas, por lo que el grueso de esas 30 mil personas medidas al ojo se concentraron al frente del escenario, lo cual dice mucho de la devoción que despertó la visita a Lima del quinteto de Oxford, al agotar las entradas de precios más elevados.

Hubo muchas especulaciones respecto al setlist que presentaría la banda liderada por Thom Yorke -aunque a estas alturas ya es claro que lo de Radiohead es un trabajo en equipo, una comunión de visiones adelantadas y experimentales que terminan generando música que atraviesa los sentidos de forma aplastante. Los más fanáticos vivieron los últimos días pegados a www.setlist.fm, el portal que contiene y registra las canciones interpretadas por cada artista, prácticamente horas después de cada concierto, realizando comparaciones -"en Santiago tocó esta, en Buenos Aires no pero entró esta..."- y así. La verdad, a mí no me emociona mucho revisar qué canciones va a tocar un grupo antes de verlo, pero el carácter invasivo del tema en redes sociales, como en tantos otros asuntos de la actividad humana moderna, termina introduciéndolo a uno en el consumo de estas informaciones extraoficiales que quitan el efecto sorpresa, la experiencia repentina frente a lo anticipado.

Pero hablemos mejor del concierto. Fueron 26 canciones en total -27 si contamos Treefingers (Kid A, 2000) que sonó de fondo antes que la banda lanzara su primer tema en vivo-, más de dos horas y media de esa extraña mezcla de rock alternativo, ruidismo, experimentaciones electroacústicas, música electrónica, progresivo y krautrock que ha desarrollado Radiohead en estos 25 años de carrera musical. A pesar de los cambios estilísticos, hay en la obra de estos ingleses un sentido de unicidad poco común en las bandas de su tiempo, que decidieron entregarse a la homogeneidad predecible o a un sentido superfluo de la experimentación, como quien busca diferenciarse del resto pero sin dejar de ser accesibles a las radios y los rankings. Radiohead demostró en su noche limeña por qué es una de las bandas más importantes surgidas en la década de los años noventa, influyente y auténtica. Las densas capas de guitarras distorsionadas, teclados, cajas de ritmo, lánguidos pianos y machacantes tambores y bajos, sumados al timbre angustiante del vocalista, parecían capaces de levantar por los aires al estadio con gente y todo.

Solo un punto criticable: Las pantallas laterales, en lugar de ofrecer oportunidad para que el público ubicado en la tribuna más alejada pudiera ver lo que ocurría con los músicos sobre el escenario -Radiohead es una banda muy dinámica, que suele intercambiar instrumentos en cada tema- se limitó a replicar las caleidoscópicas imágenes y luces de la pantalla ovalada que estaba detrás de la banda. En medio de las manchas y explosiones de iluminación, planos detalle tomados con múltiples cámaras de alta resolución mostraban, muy de vez en cuando, los dedos de Colin, las guitarras de Ed y Jonny, las baquetas de Phil, los ojos entrecerrados o la boca de Thom. Eso, y el pequeño incidente con una de las cajas de ritmo en Idioteque -"a veces estas cosas pasan" se limitó a decir el cantante-, no bastó para restarle puntos al concierto.

Canciones del periodo intermedio del grupo, como Everything in its right place (Kid A, 2000), Pyramid song (Amnesiac, 2001) u All I need (In rainbows, 2007) sonaban totalmente coherentes al lado de novedades como Daydreaming o Ful stop, ambas de su última producción discográfica, A moon-shaped pool (2016), alejadas del sonido inicial que los hizo conocidos. Entre canción y canción se podía escuchar a Yorke decir "gracias", en voz baja, antes de seguir con el espectáculo musical, que estuvo siempre complementado por una impresionante parafernalia visual, con luminosas proyecciones de imágenes pesadillescas y colores encendidos, sincronizada a la perfección con cada acorde o evolución. Tras media hora de estruendosos asaltos de música que parecía sacada de otro planeta, llegó No surprises, en estreno para la gira sudamericana. El primero de los grandes éxitos de Radiohead, una viñeta dulce y aletargada del emblemático disco OK Computer (1997) que fue cantada a coro por todo el Nacional.

Siguieron los latigazos de experimentación con temas del In rainbows como Nude, Reckoner y Weird fishes/Arpeggi, que intercalaron con clásicos de dos épocas distintas: Where I end and you begin (Hail to the thief, 2013) y Street spirit (Fade out), del segundo disco The bends (1995), uno de sus álbumes más aclamados. Para el final de la primera parte del concierto, las poderosas 2+2=5 (Hail to the thief, 2013) y Bodysnatchers (In rainbows, 2007) enardecieron al público, que se desataba en convulsiones de emocionados -aunque bastante descoordinados- bailes. Conectados por el poder de la música, la banda y su audiencia se fundieron en un solo cuerpo, tenso y electrizado, en trance. La primera salva de aplausos trajo más sorpresas: la semiacústica Fake plastic trees (The bends, 1995), la volátil Exit music (For a film) (OK Computer, 1997) y el ataque maquinal de The national anthem e Idioteque (Kid A, 2000) volvieron a dejar exhaustos a los fanáticos. Nuevamente todo se puso negro, pero los aplausos pedían más.

Finalmente, Thom Yorke (voz, guitarra, piano, melódica y maracas), Jonny Greenwood (guitarras, teclados, efectos), Ed O'Brien (bajo, coros), Colin Greenwood (bajo), Phil Sealway y Clive Deamer (baterías, percusiones) volvieron una vez más. Tras un nuevo agradecimiento en el que Yorke resaltó, con cierta emoción en la voz, que estaban contentos de venir por primera vez, lanzó lo que tanto conocedores como iniciados esperaban: Creep (Pablo honey, 1993), su tema más emblemático, que tocaron con gran intensidad, dejando hasta el último grito en la cancha. El estadio entró en frenético éxtasis frente a este himno al anti-héroe, una de las canciones que definieron al rock alternativo de los noventa. Los últimos acordes y la dolorida frase I don't belong here fueron ejecutados con una pausa que hacía pensar que tanto Radiohead como el público no querían que ese momento llegara a su fin. Para cerrar, dos gemas del OK Computer: Paranoid android -para mí, la canción más lograda de su catálogo- y Karma police, de cadencias disonantes y letras atormentadas. Quizás sus canciones puedan ser catalogadas como tristes o depresivas pero yo vi muchas personas felices anoche. 

SETLIST
  • Treefingers (Kid A, 2000, en estudio)
  • Daydreaming (A moon shaped pool, 2016)
  • Ful stop (A moon shaped pool, 2016)
  • 15 step (In rainbows, 2007)
  • Myxomatosis (Hail to the thief, 2003)
  • All I need (In rainbows, 2007)
  • Pyramid song (Amnesiac, 2001)
  • No surprises (OK Computer, 1997)
  • Everything in its right place (Kid A, 2000)
  • Bloom (The king of limbs, 2011)
  • Reckoner (In rainbows, 2007)
  • Nude (In rainbows, 2007)
  • The numbers (A moon shaped pool, 2016)
  • Where I end and you begin (Hail to the thief, 2003)
  • Street spirit (Fade out) (The bends, 1995)
  • Weird fishes/Arpeggi (In rainbows, 2007)
  • 2+2=5 (Hail to the thief, 2003)
  • Bodysnatchers (In rainbows, 2007)

PRIMER ENCORE
  • Fake plastic tress (The bends, 1995)
  • You and whose army? (Amnesiac, 2001)
  • There there (Hail to the thief, 2003)
  • Exit music (For a film) (OK Computer, 1997)
  • The national anthem (Kid A, 2000)
  • Idioteque (Kid A, 2000)

SEGUNDO ENCORE
  • Creep (Pablo honey, 1993)
  • Paranoid android (OK Computer, 1997)
  • Karma police (OK Computer, 1997)




jueves, 5 de abril de 2018

EL GUSTO ES NUESTRO: UN RECITAL DE LUJO



Cuatro cantantes fundamentales en el desarrollo de la música en España, famosos en toda Hispanoamérica: Dos de ellos, Joan Manuel Serrat y Víctor Manuel, eximios compositores y poetas que tocaron la sensibilidad, la conciencia y las emociones más profundas de sus miles de fans, durante tres décadas de carrera musical, enfrentando prejuicios y persecuciones políticas. Los otros dos, Ana Belén y Miguel Ríos, ídolos del cine, la música y el rock, expertos intérpretes de baladas, trovas y frenéticos himnos generacionales.

No era la primera vez que compartían escenario pero sí que se embarcaban en una gira de largo aliento, que los llevaría a recorrer más de 45 ciudades de España y Latinoamérica en un mes, haciendo conciertos de casi tres horas de duración, acompañados por un inmenso equipo de personas. Sobre las tarimas, 18 músicos -15 instrumentistas y 3 coristas- bajo la dirección musical de Juan Carlos Plaza, uno de los arreglistas españoles más reconocidos del pop. Y tras bambalinas, decenas de técnicos, managers y asistentes atentos al más mínimo detalle para asegurar la ejecución perfecta antes, durante y después de cada actuación.

Esta gira dio como resultado un CD de gran factura, que ofrece al oyente promedio un vistazo general de la prolífica producción musical de sus cuatro protagonistas, con arreglos especialmente preparados que, en algunos casos, renuevan estas entrañables canciones y las presenta de manera fresca y atractiva tanto a los conocedores de sus versiones originales como a quienes recién las escuchan por primera vez.

La poética de Serrat, refinada y de altura, se combina con la agudeza y nervio social de Víctor Manuel, y cada pieza está recubierta de elegantes marcos musicales que van de lo decididamente rockero -Cruzar los brazos- a lo acústico -Solo le pido a Dios, composición del argentino León Gieco que Belén grabara en los setenta- a la sofisticación del bossa nova y los aires latinos de otros clásicos modernos de la trova española como Quiero abrazarte tanto, que Ana Belén acaricia en su interpretación sinuosa y agradable; o Contamíname, composición del cantautor canario Pedro Guerra que aquí cobra nueva vida.

Se trata de un recital de lujo, en el que cuatro legendarios artistas de la canción trovadoresca en español juntan sus talentos para ofrecer al público una experiencia inolvidable en varios niveles. No solo se trata de sentarse a escuchar canciones con mensajes significativos, ya sea por su profunda sensibilidad social o por su romántico lirismo. El gusto es nuestro es, ante todo, una reunión de amigos que quieren agradecer al público que los ha seguido durante años por tanto apoyo y admiración, compartiendo sus emociones y esa química tan especial que los une en cada interacción sobre el escenario.

El concierto se desarrolla con soltura, sin dividir el programa en segmentos específicos para cada vocalista, lo cual les permite entrar y salir permanentemente, haciendo a veces dúos, a veces canciones en solitario o temas a cuatro voces, creando una dinámica que mantiene a los espectadores atentos a cada movimiento. Desde luego, esto forma parte de un inteligente cálculo de la producción, supervisada por los cuatro, y que incluye una novedad: cada uno interpreta éxitos originalmente grabados por otro de ellos.

Por ejemplo, Miguel Ríos entona la enigmática Penélope, imprimiéndole su propio estilo, mientras que Serrat hace lo propio con El río, nuevaolera balada que lanzó al estrellato al rockero, en los maravillosos años sesenta. O la versión que hace Serrat de Cuélebre, tema ochentero de Víctor Manuel mientras este hace suya Me'n vaig a peu, una de las primeras composiciones del famoso catalán. También hay espacio para la diversión, en el segmento rocanrolero en que los cuatro interpretan clásicos como La plaga, La locomoción, Estremécete y El rock de la cárcel, en las que Miguel Ríos se mueve como pez en el agua.

Canciones emblemáticas de Serrat como Hoy puede ser un gran día, Fiesta o Cantares ("caminante no hay camino se hace camino al andar...") son, definitivamente, las más aplaudidas del amplio repertorio escogido por estos cuatro monstruos del espectáculo hispano, mientras que el romanticismo está asegurado con temas como Paraules d'amor, tierna balada que Joan Manuel Serrat y Ana Belén cantan juntos en español y catalán. Hay canciones especialmente buenas, como El blues del autobús, compuesta por Miguel Ríos y Víctor Manuel o España, camisa blanca de mi esperanza, una de las tantas idiosincráticas canciones que Víctor Manuel compusiera para Ana Belén, su esposa y colaboradora desde inicios de los setenta.

El disco finaliza con una estremecedora versión del Himno a la alegría, en que la banda se luce con una coda de intenso rock guitarrero. La gira El gusto es nuestro, que también quedó registrada en DVD y generó un delicioso libro de crónicas titulado Diario de una ruta (escrito por Víctor Manuel), batió todos los records en la historia de los conciertos en España. Recientemente, entre junio de 2016 y octubre de 2017 el cuarteto repitió la faena para celebrar los veinte años de El gusto es nuestro, con multitudinarios conciertos en España, México y Argentina. El recital del CD y DVD original se realizó el 12 de septiembre de 1996, en la famosa Plaza de Toros de Las Ventas en Madrid, ante un público de más de 30 mil personas.