martes, 27 de agosto de 2013

CAMINATA Y PASACALLE EN DEFENSA DE LOS ACANTILADOS DE BARRANCO


Este domingo 8 de septiembre, desde las 10am., los vecinos organizados de Barranco están convocando a una gran marcha pacífica en protesta por los estropicios que las autoridades ediles recientes -desde Josefina Capriata (1999-2000) hasta la actual administración de Jessica Vargas, del PPC- han perpetrado contra los acantilados y las playas del litoral barranquino, que es también desde luego, limeño y, en consecuencia, peruano.

Las redes sociales son el espacio en el cual la convocatoria viene concitando mayor interés. En virtud a una creativa ola de "memes" y herramientas comunicacionales virtuales, la Asociación Vecinal Salvemos Barranco ha puesto en el ojo público este tema, después de años de trabajo silencioso y autofinanciado.

Como siempre ocurre cada vez que las protestas ciudadanas se enfrentan a los principales poderes económicos de esta ciudad, la prensa convencional ha tocado tímidamente el tema. Nadie en Frecuencia Latina o América TV que esté en su sano juicio sería capaz de investigar a personajes tan poderosos como las familias Dasso o Miró Quesada, pues arriesgarían sus trabajos o sus posibilidades de codearse con ellos en los cocktails que reseñan en las secciones sociales de cada una de las huachafísimas revistas en papel couché que pululan en Lima, desde Caretas hasta Cosas, desde Dedomedio hasta Somos.

Sin embargo, esas timideces de algunos medios "formales" han sido suficientes para que la gente despierte un poco con relación a esta problemática que es todo, menos nueva. Si bien es cierto aun hay sectores indiferentes -que sin embargo se pasean por Barranco los fines de semana en búsqueda de algo que los haga más nice: una bonita foto en el Puente de los Suspiros, una fiestecita en el Ayahuasca o una finta con la bohemia en algún barcito de la zona monumental- todo parece indicar que la marcha (denominada Caminata y Pasacalle Vecinal) esta vez va a ser un éxito de concurrencia.



En esta bitácora siempre he sostenido que la lucha por defender Barranco de la voracidad de las constructoras, los nuevos ricos que son capaces de arriesgar sus vidas y las de sus familias con tal de tener un "depa con vista al mar" y toda esa gavilla de autoridades locales que después se lanzan la pelota, en una patética versión juego del Gran Bonetón -"yo no vendí las playas" dice Del Pomar, "yo no concesioné nada" dice Mezarina, "no puedo demoler nada " dice Vargas- debería trascender a quienes concretamente viven en Barranco y ser abrazada por todos los limeños, pues debería indignarnos que un grupúsculo de adinerados y arrejuntados a familias o grupos empresariales de poder arrasen con todo y no respeten ningún ordenamiento jurídico (las construcciones en acantilados son ilegales), entre otras cosas, así que invito a mi pequeña pero sustanciosa comunidad de lectores a apoyar esta Caminata y Pasacalle, ingresando a su grupo en Facebook (https://www.facebook.com/salvemosbarranco.asoc.civil) y, si es posible, asistiendo el domingo 8 de septiembre, a las 10am.. El punto de encuentro es el Parque de la Familia (junto al Estudio 4) y en la caminata se podrán ver los edificios que han invadido el acantilado y la depredación de las que otrora fueron playas, y ahora son parqueos privados, pollerías, cebicherías y discotecas para jóvenes "hijitos de papá". Esta canción identifica el sentimiento de los vecinos de Barranco y la marcha que están convocando:


domingo, 25 de agosto de 2013

DE REGRESO A CASA


Luego de unos cuantos días en Tacna y Moquegua, por trabajo, regreso a Lima, a mi casa. Caminar por el interior es una experiencia bipolar: la tranquilidad de Moquegua y el fervor patriótico en Tacna son encomiables pero después de unos cuantos días, uno se sorprende a sí mismo añorando el caos limeño y sus huachaferías.

Lamentablemente, es triste aceptarlo pero la vida en algunas provincias, a pesar de ser más tranquila y en varios aspectos, más sana -las gentes saludan así no te conozcan, los conductores, desde los más encopetados hasta los de transporte público, no tocan el claxon hasta ensordecerte- no es algo a lo que esté 100% acostumbrado. Claro, también hay muchas carencias, en todas las oficinas y restaurantes saben al detalle las últimas incidencias de Esto es guerra y Combate y en las radios -salvo excepciones- todo es cumbia...

Pero en Tacna, por ejemplo, hoy domingo y como todos los domingos, un desfile de la bandera peruana y de la bandera local se realiza en el Paseo Cívico -sí, donde está el famoso monumento parabólico- y los niños cantan los dos himnos, el de Tacna y el nacional, con una determinación que no he visto ni en Lima ni en ningún otro punto del país que me ha tocado visitar. Como decía, la vida en provincias es, en algunos casos apacible y serena, como en Moquegua; y en otros roza la sordidez y el escándalo, como en la selva.

Pero también hay puntos, como Tacna o Cusco, de los cuales nosotros los limeños deberíamos aprender, por lo menos un par de cosas: el sentido de identidad y el no entregarse en cuerpo y alma al consumismo tecnológico, al huachafísimo racismo-clasismo preponderante en Lima y a esa inseguridad ciudadana que nos ha convertido en seres desconfiados, agresivos e incapaces de dar la mano a un desconocido porque lo primero que pensamos es que nos está marcando para asaltarnos, violarnos o matarnos (cualquiera de esas tres o una combinación de ellas).

A pesar de detestar Lima y a los limeños -sobre todo a los que se creen el cuento de que son clasemedieros porque tiene una camioneta 4x4 y saben cuándo va a salir el nuevo iPhone Galaxy- extraño Lima. No por ellos, desde luego.

Extraño mi casa, extraño a mis personas más cercanas, extraño mi oficina y no tener que preguntar cada cinco minutos en dónde estoy. Me gusta la tranquilidad del campo pero solo para pasear un rato, soy urbícola de nacimiento y eso seré hasta mi muerte. Y aunque Lima sea la quintaesencia de la sociedad cleptocrática -me lo dijo nuestro célebre historiador Wilfredo Kapsoli Escudero en estos días, según un estudio de universidades europeas- es, al fin y al cabo, la ciudad en la que vivo, la única metrópoli que conozco (hasta ahora). Así que regreso a casa esta tarde. Allá nos vemos...

viernes, 16 de agosto de 2013

WOODSTOCK 1969: ¿Y QUIÉNES NO ESTUVIERON?


En estos días se cumple un año más del festival musical de Woodstock, quizás el más importante de todos los tiempos. Todos hemos visto los vídeos, la película completa y sabemos -más o menos- quiénes estuvieron en esos tres días de "paz, amor y música". Pero, ¿quiénes no estuvieron? Aquí algunos datos interesantes acerca de gigantes de la música que pudieron participar y no lo hicieron, por decisión propia o por cuestiones ajenas a ellos. Que los disfruten:

Bob Dylan, en cuyo “patio trasero” se realizó el festival, nunca entró en negociaciones serias para estar en Woodstock. En lugar de ello, Dylan fue contratado para actuar en el Festival de la Isla de Wight, el 31 de agosto de 1969. Dylan se embarcó en el Queen Elizabeth 2 el 15 de agosto, el día que empezó Woodstock. Su hijo se golpeó la cabeza con la puerta de la cabina y tuvieron que bajar él y su familia. Dylan y su esposa Sara, volaron hasta Inglaterra la semana siguiente. Dylan no estaba cómodo con la cantidad de hippies apilados en las afueras de su casa ubicada cerca al pueblo de Woodstock

The Beatles y John Lennon: hay dos escenarios concretos por los cuales The Beatles no tocaron en el festival. El primero es que los promotores se contactaron con John Lennon para hablar de una posible actuación del cuarteto en Woodstock, y Lennon contestó que eso no sería posible a menos que hubiese un espacio en el festival para The Plastic Ono Band, sugerencia que fue rechazada. Hay versiones que aseguran que Lennon quiso participar pero su ingreso a los EE.UU. desde Canadá fue bloqueado por el presidente Richard Nixon. The Beatles estaban, en todo caso, en proceso de separación. Además, ellos no habían hecho conciertos en vivo desde 1966, tres años antes del festival (sin contar el concierto improvisado en el techo que ofrecieron en junio de 1969, dos meses antes).

 • The Jeff Beck Group: Jeff Beck disolvió al grupo justo antes de Woodstock. “Lo hice deliberadamente”, declaró Beck. “No quería que quedara registrado”. Hubiera sido la primera vez que Beck tocara con Tim Bogert y Carmine Appice. Por su parte Nicky Hopkins, pianista de The Jeff Beck Group, colaboró con The Jefferson Airplane en el festival. 

The Doors estuvieron considerados como potenciales invitados pero su participación se canceló a último momento. Según el guitarrista Robbie Krieger, desistieron porque creyeron que sería una “repetición de segunda clase del Festival de Monterey”, pero después se arrepintieron de esa decisión. 

Led Zeppelin fue llamado para tocar, según su manager Peter Grant: “Fuimos convocados a Woodstock y Atlantic estaba de acuerdo, así como nuestro promotor en los EE.UU., Frank Barsalona. Yo dijo que no porque habríamos sido solo otra banda más en el cartel”. Sin embargo, el grupo participó en el festival de múltiples bandas que se hizo en Atlanta el 5 de julio, y compartieron escenario con otros 22 grupos en dos días. El fin de semana de Woodstock, Zeppelin actuó en New Jersey, en el Salón de Convenciones de Asbury Park. 

 • The Byrds también fueron invitados, pero decidieron no participar, pues pensaban que Woodstock no sería diferente a los otros festivales que se dieron aquel verano. También estaban preocupados por el pago. Como recuerda el bajista John York: “Estábamos yendo a un show y Roger McGuinn llegó y nos contó que un pata estaba armando un festival en New York. Pero en ese momento no les ofrecían nada a las bandas. Nos preguntó si queríamos hacerlo y todos dijimos que no. No sabíamos de qué se trataba o en qué se iba a convertir. Estábamos hartos de esos festivales… entonces, decidimos descansar y nos perdimos el festival por completo”. 

Chicago, que en esa época se hacía llamar Chicago Transit Authority, habían estado en la lista del festival. Sin embargo, tenían un contrato previo con Bill Graham, quien les permitió cambiar sus fechas ene el Fillmore West pero finalmente los programó para el 17 de agosto. Graham arregló todo para darles su fecha a Santana, banda a la que también manejaba en ese entonces. Según el cantante y bajista Peter Cetera “estábamos molestos con él por hacernos eso”. 

Tommy James & The Shondells declinaron de aceptar la invitación. El cantante y líder Tommy James declaró después: “Podríamos haber estado allí. Estábamos en Hawaii, y mi secretaria me llamó y me dijo: “sí, escuchen, hay un criador de chanchos de New York que quiere que toquen en su granja”. Así fue como me informaron sobre ello. Entonces lo dejamos pasar, y nos dimos cuenta de qué nos habíamos perdido dos días después”. 

The Moody Blues estuvieron incluidos en el poster original como invitados, pero decidieron echarse para atrás después de recibir un contrato para tocar en París ese mismo fin de semana. 

Frank Zappa & The Mothers Of Invention, según declaraciones en un programa de televisión, dijo: “Demasiado barro hay allá en Woodstock… fuimos invitamos, pero decidimos no ir”. 

Arthur Lee & Love declinaron de aceptar la invitación, pero la Revista Mojo contó que hubo discusiones en el interior de la banda por no aceptar estar ene l festival. 

Free fueron llamados pero no aceptaron. 

Spirit también dijeron que no al festival, pues ya tenían conciertos pactados y los prefirieron a Woodstock, sin saber lo grande que iba a ser. 

Joni Mitchell estaba lista para tocar en Woodstock pero tuvo que cancelar pues su manager la conminó a no desairar una aparición previamente pactada en el programa de televisión The Dick Cavett Show

Procol Harum declinó pues Woodstock iba a ser en una fecha que coincidió con el final de una larga gira y con el cumpleaños del hijo de su guitarrista Robin Trower. 

• Jethro Tull también dijeron que no. Según su líder Ian Anderson, él sabía que se trataba de un evento grande pero no quiso ir porque no le gustaban los hippies además de otras preocupaciones como la desnudez sin sentido y la posibilidad de que no les pagaran adecuadamente. 

• Iron Butterfly estaba en el cartel del domingo pero no pudieron llegar pues se quedaron atascados en el aeropuerto. 

• The Rolling Stones no fueron invitados, por dos razones: la primera, cobraban mucho más de lo que los organizadores de Woodstock querían pagar. La segunda, en ese momento la canción de los Stones que era un éxito en la radio era Street fightin’ man, y los organizadores sintieron preocupación de que esta clase de material dañara la naturaleza pacífica del festival.

domingo, 11 de agosto de 2013

BLACK SABBATH+MEGADETH CANCELAN SU CONCIERTO EN LIMA: EMPRESARIOS AMBICIOSOS SE ESCONDEN DETRÁS DE EUFEMISMOS

 
Detesto los eufemismos. Es una de esas nuevas fórmulas con las cuales políticos, periodistas y, como en este caso, empresarios resinosos y angurrientos evitan decir la verdad detrás de sus patinadas y encima, quedan bien. Diplomáticos ellos, bien portados, cuando lo que deberían hacer es reconocer públicamente sus errores y exponerse al merecido escarnio de las personas a las cuales han perjudicado, un escarnio ganado por haber malogrado algo. ¿Ustedes han escuchado a los periodistas de CNN cuando dicen que hubo "daños colaterales" tras el ataque de un drone? Eso significa que la destrucción ocasionada por el avión piloteado a distancia -que, de por sí, es trágica, masiva y cobarde- han muerto familias enteras que no tenía nada que ver y quizá hasta algunos niños. Daños colaterales.
 
De la misma manera, los responsables de la cancelación del anunciado concierto de Black Sabbath y Megadeth han encontrado una creativa salida del paso: "Problemas logísticos". ¿Qué clase de problemas logísticos pueden evitar un concierto a dos meses y una semana de su realización? Un posible problema logístico es, por ejemplo, que no haya espacio suficiente en los almacenes aéreos para guardar las toneladas de equipos que estos grupos suelen traer. Sin embargo, a este país han llegado bandas como Metallica o Iron Maiden, con cantidades superiores de carga y no hubo ningún problema logístico y menos uno que deba anunciarse con esa anticipación.
 
Otro posible problema logístico podría relacionarse a las habitaciones de hotel para ambos grupos y los integrantes de sus equipos (técnicos, ingenieros de sonido, etc.) pero es totalmente inaceptable que algo como eso no pudiera solucionarse en los próximos 60 días. O también se me ocurre que los artistas hayan solicitado cosas demasiado difíciles de proveer. En el caso de Megadeth es ridículo pensar eso, pues la banda de Dave Mustaine ha venido a Lima en dos ocasiones anteriores y en cuanto a Black Sabbath, estamos hablando de tres señores que pasan los sesenta años (uno de ellos, además, también ha llegado al Perú una vez, como artista en solitario) que tienen actualmente costumbres más bien frugales y un cuarto miembro que, siendo más joven, no llega con estatus de "superstar".
 
Por eso, esta cuestión de los "problemas logísticos" aducidos por los organizadores, me huele a eufemismo puro, una frasecita que suena a algo imposible de entender por el público común y corriente, como cualquiera de esos dichos politiqueros que no significan nada pero que están construidos de tal manera que parecen ser importantes. Si alguno de los productores responsables de esta lamentable cancelación -Jorge Ferrand o Jorge Fernández- sale a decir, con pelos y señales, de qué se tratan esos "problemas logísticos", no quedará nada más que creerles y resignarnos. Han pasado varios días desde el anuncio y hasta ahora no lo han hecho. Así que este fracaso empresarial sigue oliendo a la más carroñera avaricia, amparada en dos bastiones de nuestra peruanidad: la patraña del "crecimiento económico" y la huachafería.
 
Hace algunos años se inició el llamado "boom" de conciertos en nuestra capital. Si en los 80s Lima ni siquiera aparecía en los mapas de las grandes estrellas de la música; y en los 90s recibimos visitas espaciadas de un cartel variopinto de artistas -desde Vanilla Ice hasta Jethro Tull, desde Santana hasta Toto- (con algunas sonadas cancelaciones, como las de Michael Jackson y Bon Jovi) en los 2000s la cosa estalló con una andanada de conciertos para todos los gustos: desde aquel primer megaconcierto que fuera el de Roger Waters en el Monumental hasta las últimas visitas de pesos pesados como Elton John, The Cure y Paul McCartney; los shows se han venido sucediendo unos a otros, casi mensualmente, borrando el mito aquel de que ningún artista importante pisaría jamás nuestro país. Y los facilistas de siempre atribuyeron ello al "crecimiento económico".
 
El aumento de esta especie de casta que, en Lima, vive prácticamente a cuerpo de rey y piensa que caminar por el boulevard de Asia es como estar en Miami Beach, ha generado en los empresarios de conciertos una ambición desmedida que confirma la naturaleza depredadora y salvaje del ser humano.

Esta casta, conformada básicamente por jóvenes profesionales de apellido compuesto y sus amigos (todos con trabajos sobre remunerados que les consiguen sus papás, dueños de las empresas Top según los rankings de Gestión); herederos de la rancia aristocracia limeña que salen todas las semanas en sociales de Cosas y Hola Perú -de la misma forma que sus ancestros salían en el Antipasto Gagá-; políticos untuosos y ávidos por cobrar dobles sueldos y comisiones; y esa nueva generación de "artistas" enriquecidos por los malos gustos de la masa que ve sus programas, compra sus revistas y admira sus carreras ridículas; creó en Lima la cultura del "Red Carpet-VIP" (importada de los EE.UU. desde luego) y son apoyados por una masa inmensa de personas comunes y corrientes -estudiantes, trabajadores dependientes, pequeños y medianos empresarios, etc.- que, con tal de recibir el pisquito sour en la alfombra roja y sentirse "very important", pagaron y pagan precios exorbitantes cada vez que se anuncia un concierto que, por bueno o reconocido que sea, ya no tendría que ser tan oneroso en virtud a las facilidades dadas por una ley que los exime de impuestos, al considerarlos espectáculos culturales.
 
Esta combinación de ese crecimiento económico falso con la genética huachafería peruana, orgullo nacional, hizo que los ojos de los empresarios concierteros giraran como cajas registradoras en cada evento musical que llegaba al Perú y, como siempre en el comportamiento humano, la angurria por llenarse los bolsillos fue creciendo en lugar de llegar a un punto intermedio de reposo en el cual los organizadores, sin dejar de ganar lo que por derecho les corresponda ganar, faciliten las cosas para que los verdaderos amantes de la música, quienes rompen sus alcancías, revientan sus tarjetas de crédito o simplemente ahorran, puedan disfrutar de sus artistas a precios razonables.
 
En este punto es donde ocurre esta triste cancelación que nos deja con los crespos hechos a muchos amantes del hard rock y heavy metal. Desde que se hicieron públicos los costos de las entradas hubo, en las redes sociales, protestas. Porque no importa que el público haya pagado precios altísimos por ver a Macca o a Elton John, o por ver a Metallica en San Marcos o a Kiss en el Nacional. Tampoco importa que multitudes de adolescentes -y sus padres- les regalen miles de soles a esperpentos tipo Justin Bieber o cualquier conjunto coreano de pacotilla. El punto es que, a estas alturas, en que precisamente todas las empresas que han surgido gracias al "boom" de conciertos, tienen más participación en la torta de ganancias, porque el público limeño ha demostrado ser buena plaza para artistas de todo tipo, género y época, ya es tiempo de que los precios se nivelen para favorecer a más gente, impulsar el aumento de conciertos al año y generar un verdadero rubro de negocio que mantenga contentos tanto a empresarios como a consumidores.
 
Pero no. La dupla Fernández-Ferrand, que bastante se han enriquecido ya - y a la cual deberíamos sumar a los mamarrachos de Phantom, que también figuraban como auspiciadores del concierto de Black Sabbath y Megadeth-, habrían creído que aun les podían dar con palo a los fans y, cuando vieron que sus arcas no estarían llenándose a la velocidad que ellos pensaban, se habrían visto en riesgo de perder y habrían optado por lo más cobarde: cancelar el show. Y para no hacer evidente la chanchada -habida cuenta de que muchas personas ya habían adquirido sus entradas, algunos haciendo grandes esfuerzos y otros posiblemente no tanto, ya que les sobra la plata- han salido con un comunicado sin firma personal (de hecho, creo que lo firma Punto Ticket, la compañía que vendía los tickets en la cadena de tiendas Ripley) en el que ponen de pretexto unos supuestos "problemas logísticos", de los cuales nadie ofrece, hasta ahora, una explicación detallada y creíble.
 
Coincido plenamente con quienes creen que este concierto -que iba a ser, sin lugar a dudas, uno de los mejores de los últimos tiempos- fue cancelado porque las entradas no se estaban vendiendo bien; y la única razón para que eso ocurra es que estaban demasiado caras. Y no se trata de que ambas bandas no merezcan ser considerados espectáculos de primer nivel (vaya que lo son) pero si los organizadores hubiesen reconsiderado los precios, como se les solicitó desde que lanzaron la lista, esto no habría ocurrido. Ya nos cancelaron a Esperanza Spalding y a Morrissey -ambos por razones diferentes, por cierto- y pareciera que el famoso "boom" comienza a perderse. Y quienes más pierden somos los que asistimos a dichos conciertos, no los empresarios, pues ellos siempre contarán con algún acto superficial y estafador, probablemente venido de Corea del Sur, con el cual hacer caja.


martes, 6 de agosto de 2013

GEORGE DUKE (1946-2013): UN VERDADERO GIGANTE DE LA MÚSICA NOS DEJÓ ESTA SEMANA


Por ser fanático y conocedor del universo artístico que Frank Zappa creó para todos nosotros, freaks del mundo, desde mediados de los 60s hasta su muerte, hace exactamente 20 años, la noticia del fallecimiento de George Duke (el lunes 5 de agosto) me impactó de manera particular. Cualquier persona que haya escuchado los álbumes que Duke grabó junto a Zappa entre 1970 y 1975 sabe de qué estoy hablando. Desde su ingreso para el álbum Chunga's revenge (1970), pasando por la alocada ópera-rock 200 Motels (1971), los vuelos de big band en Waka/Jawaka y The grand wazoo (1972) hasta el período jazz rock -para muchos "zappólogos", el mejor de su larga discografía- conformado por los clásicos Over-nite sensation (1973), Apostrophe, Roxy & Elsewhere (1974), One size fits all y Bongo fury (1975), George Duke se convirtió en el lugarteniente musical del delirante compositor y guitarrista, e imprimió su estilo de envolvente funk, jazz y R&B en cada fraseo, colaboración compositiva y explosivos pasajes improvisatorios.

Y es que George Duke no era ningún novato cuando llegó a Laurel Canyon. Un líder desde el principio, armó The George Duke Trio en 1965 y grabó algunas canciones con un jovencísimo Al Jarreau, con quien se encontraría muchas veces a lo largo de las décadas. También había trabajado junto al violinista francés Jean-Luc Ponty, con quien también compartió roles en casa de Frank. Paralelamente a su trabajo con Zappa -no es necesario decir lo demandante que eso era- se las arregló para grabar una decena de álbumes como solista de material propio y versiones en clave de jazz fusión de clásicos del género. En 1976 ensambló un poderoso cuarteto de jazz rock junto a sus amigos Billy Cobham (batería), Alphonso Johnson (bajo) y John Scofield (guitarra), desde el cual disparaba sus ráfagas de sintetizadores combinadas con dulces cantos estilo Earth Wind & Fire, telúricos ritmos funks que podrían haber salido de la Parliament Funkadelic y un acercamiento único a la música bufa, hecha por diversión (sin quitarle complejidad), que aprendió del genio de Baltimore.

Durante los 80s y 90s, el sonido de George Duke se consolidó en el territorio del jazz, el soul el pop y el R&B, y su nombre era garantía de calidad en una industria musical que ya comenzaba a mostrar los primeros visos de la profunda decadencia que la redujo a la casi nada que hoy es. Luego de cerrar la década de los setentas con una serie de álbumes influenciados por la música del Brasil (notables, por cierto), se embarcó en un ambicioso proyecto musical, junto a otra de las luminarias de la música negra norteamericana: el bajista Stanley Clarke. Junto al mítico ex integrante de Return to Forever, Duke lanzó tres discos bajo el nombre Clarke/Duke Project, con algunos años de distancia entre sí, que cubría con su prolífica producción solista. En sus tiempos libres trabajaba como músico de sesión y productor de consagrados nombres del R&B: Chaka Khan, Regina Belle, Jeffrey Osborne, entre otros.

La experiencia y el sofisticado talento de George Duke quedó plasmado en su imparable producción discográfica, que se extendió hasta julio de este año, un mes antes de su fallecimiento tras una larga lucha contra la leucemia. Dreamweaver (2013), es su álbum número 40 y contiene melodías subyugantes, impresionantes desarrollos en piano y teclados electrónicos y románticos tonos medios. Hace tres años, se unió Zappa Plays Zappa, la banda ensamblada por Dweezil (hijo de FZ) como invitado en una de sus giras y contó deliciosas anécdotas antes de tocar Uncle Remus (tema del álbum Apostrophe, 1974). Y en la última Zappanale, Duke y Ponty homenajearon a su antiguo amigo y jefe con espectaculares versiones de Echidna's arf e Inca roads, partes del increíble catálogo de esos años junto a Zappa.

Que en paz descanse, maestro de los teclados y los sintetizadores...


George Duke toca su clásico Brazilian love affair de 1979 y lo intercala con un segmento de Echidna's arf (of you), de su era junto a Zappa.

   
Cosmik debris, con impresionante solo de Duke en la sección intermedia.

   
Liderando el cuarteto de Billy Cobham, junto a John Scofield y Alphonso Johnson, en el Festival de Jazz de Montreaux de 1976.

   
Aquí lo vemos tocando School day junto a su partner-in-crime, el bajista Stanley Clarke. Esta presentación es de 1981.

   
Dweezil Zappa invitó a George Duke a tocar Uncle Remus (música de Duke y letra de Frank) junto a su banda-tributo a su padre.

   
En la edición 23 del Festival Zappanale (agosto 2012), George Duke se unió a Jean-Luc Ponty para recordar algunas canciones que grabaron junto a Frank en los setentas.

sábado, 3 de agosto de 2013

LAS "MATADORCITAS" DISPUTARÁN EL TERCER LUGAR A NIVEL MUNDIAL: FELICITACIONES


El partido de esta mañana fue realmente de infarto. Punto a punto, nuestras compatriotas dejaron todo en la cancha y, aunque el resultado finalmente no nos favoreció, queda la satisfacción de comprobar que estas niñas lucharon hasta el final. Quizás fueron víctimas de su propio nerviosismo, de la ansiedad de un partido que se les fue escapando de las manos, habiendo estado a un triz de ganarlo (cuando el marcador se puso 14 a 10 todo el Perú, que las acompañó desde temprano, pensaba que ya ganábamos) pero esas experiencias son necesarias para formar el carácter y les servirán para seguir avanzando en esta exitosa carrera de triunfos reales. La Selección Femenina Sub-18 de Voley nos acaba de dar una lección inolvidable de garra, amor a la camiseta y vergüenza deportiva. Porque una cosa es tener vergüenza deportiva -como ellas- y otra dar vergüenzas deportivas, como las que hace años nos hacen padecer Claudio Pizarro, Juan Manuel Vargas, Jefferson Farfán, y los demás también...

Ahora que las dirigidas por Natalia Málaga, exvoleibolista de primera y ahora entrenadora corajuda y carajeadora, están a un paso de colocar nuestra bandera en el podio de un campeonato mundial, surge nuevamente la pregunta: ¿por qué es el fútbol peruano, ese nido de ratas infectas por la corrupción, estrellitas de cartón que entran a la cancha acomodándose el cerquillo de pelo engominado y haciendo muecas obscenas desde la banca mientras suena el himno nacional, el deporte más popular de este país? Yo he sido lo que se dice un pelotero de barrio -de niño y hasta antes de ingresar a la universidad- y soy fanático del buen fútbol. Por eso el fútbol peruano no lo veo, por lo menos desde hace 25 años. Porque me parece una payasada que enriquece a unos cuantos y embrutece a muchos otros. El FÚTBOL, el de verdad, se juega en todos los otros países del mundo. No en el Perú.

El voley es básicamente, un deporte jugado por mujeres -aunque desde hace muchos años atrás se juega también voley masculino a nivel profesional, no es igual de popular-, razón por la cual muchos presuponen que su falta de arraigo comercial y masivo en nuestro medio es una cuestión de machismo. No creo que eso sea cierto. Me parece un argumento facilista que intenta ocultar la realidad de esta situación, o como decían los viejos "la verdad de la milanesa". Reducirlo a un asunto de discriminación de género es la coartada perfecta para desviar la atención de lo que realmente está detrás de este ninguneo injusto, que dicho sea de paso es a nivel mundial y que no solo padece el deporte de los mates frente al de los goles, sino que es transversal a prácticamente todas las otras disciplinas deportivas.

Si bien es cierto podríamos decir que en EE.UU. hay un poco más de "democratización" en términos de popularidad -el basketball, el rugby, el baseball y el soccer son igual de conocidos entre la gente- esto sucede por la misma razón que, en nuestras tierras, el fútbol acapara preferencias incluso a pesar de haberse estancado en una retahíla de fracasos deportivos, escandaletes de farándula prostibularia y corruptelas dirigenciales: porque el negocio es grande y hay muchísimos intereses dando vueltas alrededor.

¿Es justo que los niños tengan que conformarse con admirar a Juan Manuel Vargas, ese tipejo que últimamente aparece más en páginas de "espectáculos", asociado a "prostivedettes" de quinta categoría? ¿no sería mejor que admiren a Ángela Leyva, la jovencita que acaba de coronarse como la mejor matadora de este mundial de Tailandia? Sucede que una nota sobre Vargas y sus cuitas de callejón son mucho más atractivas para los compradores de periódicos tipo El Comercio o El Trome (son lo mismo al final de cuentas) que los avatares de esta talentosa deportista. Mientras el tipejo ese, tatuado y borracho, aparece hablando barbaridades desde su mansión en Florencia, la nueva estrella del voley mundial baja y sube de combis y cerros para ir de su casita en Chorrillos al entrenamiento con la selección, o con su equipo habitual, de una universidad local.

Porque la verdad debe ser dicha: probablemente mañana, las "matadorcitas" consigan la medalla de bronce ganándole a Brasil -otra potencia del voley mundial-, quizás con otro infartante partido de cinco sets, lo cual servirá para que los programas dominicales llenen su pauta con reportajes sobre las lisuras de Natalia, las lágrimas de sus humildes madres o las historias de cada una, similares a la de la mencionada Leyva; y quizás otro tanto harán, durante algunos días, los periódicos. Pero ¿qué pasará después? ¿se iniciará la gran campaña mediática de reeducación para que las masas comprendan que es necesario detener el círculo vicioso del fútbol peruano y enfocar sus apoyos, hinchajes y apasionamientos hacia el voley, para que la empresa privada y el Estado le dediquen la atención qe merecen y no se pierdan en la anécdota? No lo creo.

Lo que pasará después de la momentánea algarabía, los reportajes y las fotos con Ollanta -y Nadine- es que nuevamente, ellas quedarán en la sombra por la última payasada de Markarián y sus farsantes estrellas que solo hacen goles en Alemania, la más reciente malcriadez de Reimond Manco o los intrascendentes partidos, fichajes y dimes-y-diretes del mediocre Descentralizado. Y es que salvo Paolo Guerrero, que ha demostrado mantener esa humildad que le permite ser carismático y empático con niños y adultos, sin poses de gran señorito millonario -a pesar de que el fútbol-negocio lo haya convertido en eso- ninguno vale la pena. Ninguna selección ni equipo de fútbol peruano son lo suficientemente respetables como para generar las locuras colectivas (que a veces terminan en tragedias), las amplias coberturas y los fanatismos irracionales que generan. Todo eso es negocio: negocio para las cervecerías, para las empresas de telefonía, para las constructoras y para una generación de periodistas que no tendrían trabajo si el fútbol peruano desapareciera, como creo yo que debiera desaparecer.

Esperemos todos celebrar mañana una muy merecida Medalla de Bronce y felicitemos de todo corazón a estas "matadorcitas" que han hecho vibrar al Perú en un contexto de competencia de alto nivel. Es el colmo que sigamos escribiendo y comentando el gran partido de la selección peruana de fútbol en el cual celebramos porque empatamos, y que estamos séptimos y no últimos, o que pasemos horas contando cuántos goles falló Pizarro, cuántas perdió Vargas, cuántas veces Farfán quedó en el suelo. Ya basta. Es hora de celebrar mates que se convierten en puntos y no jugadas que se convierten en fallas.