domingo, 7 de julio de 2013

PARTIDOS DE EXHIBICIÓN LOS DE ANTES...



Hace una semana se produjo el publicitado "Duelo de Gigantes", partido amistoso de exhibición entre dos equipos de jugadores famosos -en un 60% por lo menos, ya que también hubo algunos nombres "de relleno"- en el Estadio Nacional. Inicialmente, la avalancha publicitaria lo anunciaba como el duelo entre "Los amigos de Messi" y "Resto del Mundo", equipos ficticios cuya principal atracción era, desde luego, el argentino Lionel Messi, considerado el mejor jugador de fútbol del momento. 

Aunque anunciaban que los fondos recaudados por la taquilla iban a ser donados, por más que busqué información en las cientos de notas que pululaban en Internet, no me enteré -por lo menos no a simple vista, algo que en esta época de acceso a la información en tiempo real ya resulta sospechoso- a qué institución se beneficiaría con estos ingresos. Paralelamente al partido, Messi donó no sé qué cantidad a la UNICEF, pero como algo personal según se colige de las informaciones periodísticas. Salvo que me esté confundiendo y esa sea la donación del partido de marras, hasta ahora no me queda claro si esa exhibición es benéfica o es un negocio para alguien más.

A pocos días del show futbolístico, Neymar, este jovenzuelo brasileño de talento sobredimensionado por la prensa deportiva, de poses grandilocuentes pero que hasta el momento no ha ganado nada importante en el fútbol de adultos, confirmó su presencia en el partido de Lima, con lo que el espectáculo pasó de ser "Los amigos de Messi" vs. "Resto del Mundo" a "Los amigos de Messi" vs. "Los amigos de Neymar", para aumentar la expectativa de los fanáticos de ese fútbol moderno que es, más que nada, un negocio de millones de dólares en publicidad, compra y venta de seres humanos al menudeo según unas cuantas muestras de talento emergente y sueldos estratosféricos para personas que solo son, al final de cuentas, deportistas sin mayores capacidades de hacer algo positivo por el mundo -salvo excepciones, desde luego, como el mismo Messi- y que pasan de ser, de un día para el otro, proyectos de jugador a estrellas multimillonarias del jet-set, con todos los desenfrenos y malos ejemplos que ello trae en su comportamiento, inmaduro por naturaleza al tratarse de jóvenes que acaban de cumplir la mayoría de edad.

Pero hablemos del partido en sí, que es en realidad lo que motiva este post. El tema no merece mucha atención en realidad, solo se trata de una idea que me ronda en la cabeza después de ver el encuentro, no tanto por haber sucumbido al condicionamiento de los mercachifles de la publicidad futbolera sino porque no tenía nada más que hacer esa noche. No vamos a discutir que puede resultar interesante ver en la misma cancha a jugadores como quienes nos visitaron, en el marco de una gira de partidos que los lleva por varias capitales de Sudamérica pero al verlos allí, matándose de la risa cuando cometían un error, dándose de palmetazos los integrantes de equipos contrarios y jugando, como quien dice, "a media caña", uno se pregunta si realmente es un partido de exhibición o si el público ha pagado sus costosas entradas -llenando el estadio, dicho sea de paso- para ver calentar a sus ídolos. Un tufillo de estafa ronda mi cabeza desde entonces.

¿Cómo no va a terminar 5-0 un primer tiempo de 30 minutos si el equipo perdedor tiene en el arco a un defensa y de delantero a un arquero? Ver a Marco Materazzi, el rudo defensa italiano que sufriera aquel mítico cabezazo de Zinedine Zidane en la final de un mundial, tapando como un niño de 8 años es francamente patético. O ver a Julio César, uno de los mejores goleros del mundo, corriendo torpemente por el área chica del rival, cuando lo suyo es el área chica propia y lanzando patadas oligofrénicamente, algunas sin siquiera darle al balón -lo cual me hacía recordar algunas escenas de El Chanfle- esa fantástica parodia futbolística del genial Chespirito. Eso no es un partido de exhibición, amigos, es una payasada.

Al margen de que este show haya tenido buenas intenciones o no, creo que el público (por lo menos el que realmente conoce de fútbol) debe haberse sentido algo desconcertado por estos ditirambos, promovidos supuestamente como gracia pero que, en el fondo, tienen elementos de poca seriedad. Yo recuerdo que, cuando era niño, se jugaban partidos de exhibición entre equipos de grandes jugadores, que se llamaban "Resto de América" vs. "Restos del Mundo" y uno podía ver a Héctor Chumpitaz reventando pelotas como cuando jugaba en serio, a Ubaldo Matildo Fillol enfrentándose mano a mano con Karl-Heinz Rumenigge sin hacer concesiones y así. Acá en el "Duelo de Gigantes", cuando Lionel Messi se llevaba a dos o tres defensas, ellos se reían y lo dejaban pasar, y las cámaras de altísima resolución captaban todo eso. La farsa completa.

Es increíble cómo la masa adicta al fútbol-negocio actual respalda esta clase de maromas publicitarias que nada tienen de espectaculares. Insisto en que no estoy cuestionando las buenas intenciones de reunir a jugadores que gozan de riquezas económicas exageradas para lo que hacen, en un contexto de pobreza mundial, y que donen dinero -aunque acá en realidad los donantes son los miles de fanáticos que han abierto sus billeteras para asistir al estadio- pero estos deportistas deberían brindar más de lo que hacen cuando juegan en serio, sin lesionarse por supuesto, para que sea realmente un espectáculo digno de verse, como los de antes.

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