martes, 8 de febrero de 2011

EL GRAN CIRCO ELECTORAL


Me prometí a mí mismo no escribir nada acerca del actual proceso electoral porque francamente, las arcadas frente a la inevitable inercia que conforma esta dinámica de ataques, payasadas, absurdos y mentiras son cada vez mayores y no me permiten respirar con tranquilidad.

Pero siempre me ocurre lo mismo: mi idealismo estéril aflora y me convenzo de que un post agresivo, virulento, capaz de dejar al descubierto – o en su defecto de insinuar con claridad – lo ridículas que son las informaciones, los giros de cada nota periodística o las declaraciones de los candidatos será suficiente para que la población, me refiero al pequeño porcentaje de esa población que lee este blog, entienda y deje de perder su tiempo, malgastar sus energías y colocar sus expectativas en lo que vaya a suceder de aquí hasta el 10 de abril y después de esa fecha.

Quisiera ignorarlos por completo pero no me es posible. Allí están todas las mañanas y las noches, como cucarachas correteando por muebles de madera podrida:


Keiko Fujimori con gorrito huancaíno y la cara aplastada, echándole vivas al “cantante criollo” Pepe Vásquez quien debe haber provocado que su querido papá, el recordado don Porfirio, haya dejado de bailar festejo en su tumba para comenzar a revolcarse de dolor al ver a su otrora retoño languidecer con frases que colindan entre lo estúpido y lo cínico. Al mismo tiempo, la hija del ladrón que estudió en Boston con dinero robado y que aun así sigue siendo una iletrada, defiende la inverosímil capacidad para ser congresista de su hermano oligrofrénico y despide agravios velados contra la enfermera de su papá, a quien ella misma convocó.


Después sigue Luis Castañeda Lossio, a quien ya le quedaron pequeñas las arcas de cajas de pescadores, seguros sociales y municipios y ahora pretende hacerse del sillón presidencial. Pretendo pasar por alto que ya empapeló toda la ciudad con enormes carteles amarillos anunciando que “el Perú está bien…” (clarísima pasada de mano al Apra y su maquinaria de apoyo logístico y electorero) “…pero tú deberías estar mejor”, pero las gigantografías contaminan toda la Av. Faucett. La pregunta es si este señor que desvalijó Lima Metropolitana con sus amigotes de Comunicore está pensando realmente en mejorar la vida de todos los peruanos cuando ha dedicado ocho años de su muda existencia política a engañar a los limeños. A juzgar por lo que escucho en conversaciones informales con votantes jóvenes, algunos creen posible esa opción.


Mientras tanto Pedro Pablo Kuczinsky, que siempre se mantuvo a salvo de la categoría “político payaso” por su perfil profesional, su amplia cultura y cierta prestancia dada por los años y el discurso económico (independientemente de que estemos o no de acuerdo con su defensa del capitalismo caníbal y sus oscuros negocios lobbistas que llegaron hasta la venta del gas de Camisea a empresas extranjeras) sale en camisa rosada profiriendo barbaridades, bailando descuajeringadamente y cambiando la flauta traversa y el atril por la cuchara de palo y la olla común, rodeado por un multicolor ramillete de impresentables que van desde la varias veces perdedora Lourdes Flores hasta ese raro espécimen de la nueva “aristocracia política”, César Acuña, la culminación del "sueño peruano": ser multimillonario sin dejar de ser profundamente ignorante y vulgar.


Le sigue Alejandro Toledo, por quien seguramente terminaré votando, con la voz engolada, el movimiento de cabeza y las frases repetitivas de siempre, aquel estilo que va de lo políticamente correcto a lo puerilmente superfluo que impuso en su quinquenio 2001-2006. Con la alforja menos llena de cuestionamientos, la prensa no tiene mejor motivo para atacarlo que su negativa a integrarse al circo de los exámenes toxicológicos. Que esa actitud genera dudas, eso es definitivo. Pero habida cuenta de la china ladrona, que fue capaz de ponerse el disfraz de “primera dama” cuando a su madre le pasaban pequeños voltajes eléctricos para torturarla; el ex alcalde que nunca habla y ahora tiene al lado a una ex vendedora de marcianos que amasa fortunas de dudosa procedencia y el empresario-tecnócrata-ministro que trata de demostrar a la masa que “tiene calle” (insólito argumento usado por un conocido analista para explicar los exabruptos de PPK), termina siendo el menos peor de los candidatos.


Ollanta Humala, a pesar de ser el candidato que siempre dice las cosas con mayor coherencia, no podrá recuperar el espacio político que ganó en el 2001 y que le hicieron perder los mismos agentes operadores del sistema que hoy ya comenzaron a atacarlo. Es cierto que llenó el congreso de indeseables y que su discurso ha recibido algunas descargas de agua para no caer tan pesado a ciertos sectores, pero Ollanta habla lo suficientemente claro como para ponerse a pensar. Sin embargo, entre quienes se ubican en las antípodas de sus ideas (vale decir, el 25% de peruanos que disfrutan del statu quo actual) y la masa deforme de jovenzuelos que se creen aquello de que votar por un nacionalista “no es cool”, las posibilidades que tiene de trepar a la segunda vuelta son mínimas.


Y como furgón de cola, “los pitufos”, gracioso eufemismo con el que Jaime Bayly bautizó a quienes van del sexto lugar para abajo, salvo que se produzca algún fenómeno paranormal, hasta el momento imposible de vislumbrar: Manuel Rodríguez Cuadros (ex canciller del gobierno de Toledo, Fuerza Social), Juliana Reymer Rodríguez (“mujer emprendedora”, Fuerza Nacional), Rafael Belaúnde (hijo de Fernando Belaúnde Terry, Adelante), José Antonio Ñique de la Puente (ex decano del Colegio de Abogados, Fonavistas del Perú), Ricardo Noriega (Despertar Nacional) y Humberto Pinazo (Juste) constituyen la demostración palpable de que en el Perú la salud mental es un grave problema que los políticos y la prensa convencional ni siquiera perciben. Si realmente alguna de estas personas, individuos con los mismos derechos constitucionales que tiene usted o yo, se va a dormir pensando que tiene alguna oportunidad en estas elecciones, está poniendo en evidencia un sustrato de locura a nivel socio-político muy preocupante.


Para cerrar este resumen, la inacabable galería de payasos de todos los colores que pueblan las listas congresales: desde el conocidísimo elenco completo de ese circo itinerante llamado Apra hasta la banda de ladrones liderada por Álex Kouri, apodada Cambio Radical, encontramos de todo: cantantes ridículos (Julio Andrade, Pepe Vásquez), voleibolistas en bajada (Rosa García, Leyla Chihuán), faranduleros de última calaña y personajes reciclados de anteriores épocas de nuestra folklórica política (Gustavo Pacheco, Martha Chávez, Jacques Rodrich, etc.)

Prometo no volver a escribir sobre este nuevo “proceso electoral” aunque sea prácticamente imposible abstraerse por completo, porque todo está inundado de su miasma: avenidas, unidades de transporte público, páginas de Internet, canales de TV, periódicos. El gran circo se ha puesto en marcha y hay enormes cantidades de personas que, sin importar su posición socio-económica, edad o grado académico, le darán validez. Y esta vez sí cumpliré mi promesa. Me niego a participar de ese gran circo.

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