miércoles, 10 de marzo de 2010

LA INGENUIDAD DEL PRESIDENTE


Cada vez que un escándalo de corrupción estalla en la cara de la autoridad, esta decide salir al frente y casi siempre en forma tardía, a tratar de tomar distancia del hecho para que las cámaras capten su expresión dolorida, su indignación y su rechazo "tajante y categórico" con respecto a las situaciones y los personajes involucrados.

En los últimos tiempos, como la figura del rechazo tajante y categórico prácticamente ya no se la cree nadie, el Presidente de la República prefiere aparecer como ingenuo, víctima de su buena voluntad y declara sin empacho alguno haber sido burlado, sorprendido, engañado. Y cuenta con un defensivo coro monocorde encabezado por el Premier Javier Velásquez Quesquén y el flamante Secretario General del partido aprista, el ex-Premier Jorge Del Castillo Gálvez.

Lo que parece no advertir el Dr. Alan García Pérez es que, siendo él un viejo zorro de la política peruana, tan pródiga en casos que ponen a prueba la sagacidad y la malicia con la que se debe contar al ingresar a ella y que está por concluir un segundo período como primer mandatario, esto de la ingenuidad es un tema que debería tenerlo más que avergonzado.

"En política no hay que ser ingenuos" es una de las frases por las que más se le recuerda a nuestro actual presidente allá por los años 1985-1990 y al parecer, ahora pretende hacernos creer que él mismo no toma en consideración sus recomendaciones.

Cuando Alan García decidió retornar y reciclarse políticamente, cosa que logró con éxito al convertirse en el "mal menor" de las últimas elecciones, también esgrimió - palabras más palabras menos - el argumento de la ingenuidad al declarar que era demasiado joven en aquella primera ocasión en que se alzó como presidente y que pedía una segunda oportunidad, tras haber aprendido de los errores en los que cayó debido a su inexperiencia.

Y hace poco también utilizó el tópico de la ingenuidad para referirse a lo traicionados y avergonzados que se sentían él y sus ministros cuando ya no hubo cómo cubrirle las espaldas a uno de sus jóvenes engreídos, el ex-alcalde de Magdalena Francis Allison, en el tema del bochornoso tráfico de dinero que protagonizó junto a su esposa. Semanas antes, Allison y otro aspirante a ingenuo, Salvador Heresi, caminaban de la mano con el ingenuo mayor planificando marchas en su respaldo y juegos políticos, poco inocentes dicho sea de paso.

¿Qué significa todo esto? ¿acaso es cierto? ¿nos gobierna un ingenuo de marca mayor que tanto en su primer período como en el actual, ya a punto de terminar, es engañado, asaltado en su candidez, rodeado de seres abyectos que juegan con sus buenos sentimientos y sus nobles e históricas intenciones de salvar al país? Si es lo que Alan García trata de hacernos entender a los peruanos con sus permanentes declaraciones basadas en su supuesta ingenuidad política, está un tanto lejos de conseguirlo. Porque para empezar, tendríamos que ser aun más ingenuos que él para creer algo así.

El indulto a José Enrique Crousillat no fue un error, fue una maniobra. Quien cometió el error fue el indultado al no comportarse como su vasta experiencia en corruptelas le exigía. En lugar de desaparecer para reciclarse como "nuevo", salió de compras al Wong de Asia y a almorzar al Costanera 700 suelto de huesos, semanas después que todo el mundo lo había visto postrado en cama de clínica, conectado al suero, muriendo. Y la maniobra se quebró cuando él comete esta imprudencia, que hasta ahora el Apra y sus operadores, empezando por Aurelio Pastor y todos los demás, deben estarle reprochando entre dientes.

No nos dejemos engañar nuevamente. No seamos tan ingenuos.

http://actodedecencia.blogspot.com/2010/03/justicia-en-el-pais-del-presidente-y-el.html

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