jueves, 4 de octubre de 2007

"A VER A VER... ¿DÓNDE ESTÁ GANDHI?"


La animadora, micrófono en mano, preguntaba eso en tono festivo, como si Gandhi estuviera entre el público, con su grupo de amigos, celebrando su cumpleaños. "A ver a ver, me han pasado un papelito con saluditos... un saludos para Gandhi por el día de su cumpleaaaaaños fuerte el aplauso... a ver a ver ¿dónde está Gandhi?". La pobre señora, propietaria de esta tierna ignorancia, fungía de animadora en el mini-concierto organizado por el Día Internacional de la No-Violencia, la noche del 2 de octubre último, fecha de nacimiento del gran pacifista hindú Mohandas Karamchand Gandhi, más conocido en el mundo entero como Mahatma "Alma Grande" Gandhi (1869-1948). Esto, fuera de enervar a las casi 500 personas que estaban en el Parque Kennedy de Miraflores, donde se realizó el concierto, arrancó algunas risitas solapadas, quizás por el ánimo pacifista de la pequeña reunión propiciada, si no me equivoco, por una ONG dedicada a la difusión de información acerca de los DD.HH.

La puerilidad de la animadora también contribuyó a que tremendo resbalón pasara casi desapercibido. De todas formas, resulta lamentable que el público limeño - por lo menos esa parte del público que gusta de las cosas bien hechas, que está medianamente instruido, etc - tenga que verse expuesto a la absoluta falta de cuidado a la hora de organizar esta clase de eventos. Esa noche, si no hubiera sido por la excelente presentación ofrecida por Tito La Rosa y su arsenal de sonidos de vientos (quenas, zampoñas, pututos, etc), acompañado por los talentosos Octavio Castillo (teclados), Pachi Sasaki (violín) y Pepe Chiriboga (percusión) no hubiese quedado nada por rescatar de esta "celebración" que más bien presentaba visos de una enorme falta de respeto por la ocasión, por su significado y su valor para una sociedad como la nuestra, golpeada por la violencia a diario, ya sea desde la política, desde la prensa, etc...

Porque no sólo se trató de que la animadora no estuviera debidamente preparada para presentar bien al artista y para decir algo más articulado - aunque sea lo hubiese leído de Wikipedia - sino que además, como "ayudante" tenía a un payaso (en el sentido menos elogioso del término) que se autodenominaba "Bombón", que con voz aguarrentosa, andares casi matonescos y nariz roja de claun improvisado se la pasaba haciéndoles bromas pesadas - léase violentas - a las personas que tuvieron la desgracia de encontrarse cerca de él. Como cierre, el entusiasta pero monotemático conjunto Mano Madera, liderado por María del Carmen Dongo, llenó la atmósfera de aquelarres y sonidos endiablados brotados de cajones, cajitas, tambores y quijadas de burro aporreadas con un incontrolable frenesí, capaz de alterar al más tranquilo y pacífico espectador.

Con homenajes así, quien quiere críticas... hasta la próxima...

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